jueves, 10 de febrero de 2022

A estudiar el gran libro del mundo 4- Rene Descartes

Mañana se cumplirán 372 años del fallecimiento de René Descartes, éste gran pensador que transformó la filosofía y las matemáticas.

Por esta razón hoy tenemos algunas de sus frases más celebres, escogidas bajo la premisa principal de "Filosofía 3-0":

LA FILOSOFÍA ES PARA LA VIDA


Descartes 1

Descartes 2

Descartes 3

Descartes 4

Descartes 5

Descartes 6

Descartes 7


¿Cuál es tu favorita? ¿Qué piensas de éstas frases? Deja tu opinión en la caja de comentarios.

¡SAPERE AUDE!


lunes, 7 de febrero de 2022

A estudiar el gran libro del mundo 3 - Rene Descartes

 


La segunda parte del discurso del método inicia de una forma muy pintoresca, con su estilo informal y anecdótico Descartes nos cuenta que en el año 1619 se encontraba pasando unas duras noches de invierno en lo que hoy es Alemania, y que no había nadie con quien charlar o beber, y tampoco había con quien irse de amores, entonces se dedicó a la reflexión filosófica.

Su  argumento central es que las cosas son mejores cuando son elaboradas por un solo pensamiento. Ejemplifica con la construcción de edificios (que en aquella época podrían tardar décadas, por lo que era usual que intervinieran diferentes arquitectos (vídeo recomendado: historia de la construcción de la catedral de Santiago de Compostela, más de 100 años de construcción https://youtu.be/S30ytqBSAP4  - Súper recomendado ese canal). Muchos intelectos, muchas manos, muchas ideas, muchos horizontes hacen que se desdibuje la unidad y la identidad del proyecto.

Cabe apuntar que Descartes escribe esto siglos antes de que existieran conceptos como “sinergia”, “trabajo colaborativo”, “pensamiento colectivo”; en todo caso, la lógica que utiliza para explicar su argumento central es muy sólida, y esa misma analogía de la construcción de los edificios, las ciudades, las leyes y hasta la religión, donde al ser elaboradas por una sola persona, aunque pudieran resultar extrañas siempre serían coherentes  y mantendrían una unidad porque este único intelecto apunta a un único fin.

Este punto de vista de Descartes me llevo a pensar que debe existir una relación directa entre la geometría analítica y el método.  Es un aspecto que abordaré más adelante.

Continuando con su analogía, Descartes aplica estas observaciones al crecimiento y desarrollo intelectual;  son muchas ciencias que no tienen certezas ni exactitud (se refiere a las ciencias naturales, a la botánica, y a otras que siguen en proceso de desarrollo, a diferencia de las disciplinas más exactas), muchos maestros a lo largo de la vida que enseñan con múltiples métodos, y todos ellos aportaron diferentes visiones, criterios y objetivos en el crecimiento intelectual.

Lo que hoy podríamos ver como una virtud, en aquel entonces para Descartes suponía un problema, porque los juicios no tienen suficiente sólidos al no haber un solo criterio de verdad, sino múltiples.

De esta manera, siguiendo con su analogía, Descartes concluye que la mejor alternativa es seguir el ejemplo de derribar los edificios, eliminar las calles, reformar las leyes haciendo lo propio con el pensamiento;  y hace la aclaración que éste es su ejercicio personal  y que lo comparte únicamente por si existiera la posibilidad de que fuera útil para alguien; y en este proceso apunta que no sirve copiar o seguir a nadie por múltiples razones, de tal forma que esto se tratará siempre de un ejercicio que ha de hacerse de manera individual.

¿Qué herramientas existen para llevar a cabo semejante empresa? Se preguntaría Descartes. Propone el estudio de la lógica y el álgebra antigua y moderna- Pero la lógica está llena de vicios y elementos que confunden el entendimiento; las otras dos tienen otros problemas, el álgebra antigua resulta ser muy agotadora para la imaginación, la segunda tiene demasiadas reglas que no ayudan a descubrir cosas nuevas y en todo caso ambas se tratan de cosas demasiado abstractas.  Es decir, nada de esto sirve.

Un problema sin aparente solución, pero Descartes se saca de la manga la respuesta. Las cuatro reglas para conducir los pensamientos que no son otra cosa que “el método”:

  • PRIMERA REGLA: “No aceptar como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es” 
  • SEGUNDA REGLA:  “Dividir cada una de las dificultades que examinare en cuantas partes sea posible y en cuantas requiriese su mejor solución” 
  • TERCERA REGLA: “Conducir ordenadamente los pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos” 
  • CUARTA REGLA: “Hacer unos recuentos tan integrales, y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada”.

Descartes continuará narrándonos su experiencia sobre el uso de estas reglas, y como eso lo llevo a crear la geometría analítica y en consecuencia inventar el plano cartesiano. Pero una cosa es utilizar el método con las matemáticas y otra aplicarlo en otros campos, en otras ciencias; así que Descartes decide iniciar con la filosofía, y en coherencia lo primero era no aceptar nada como verdadero hasta no tener la certeza.  Suma éste planteamiento al “solo sé que no sé nada” y tendrás una bomba para el pensamiento.

La solución es despojarse de todos los prejuicios. ¿Descartes se convirtió en el primer hombre deconstruído? Posiblemente. Fue una tarea que le llevo muchos años (según él mismo narra, nueve años)

Los prejuicios vienen por las costumbres, y las costumbres son cimentadas en la moral, en conclusión así como se necesitó un método nuevo, se necesita de una moral nueva capaz de liberar el alma de las ataduras que los vicios del pensamiento suponen, una moral provisional que le permitiera seguir viviendo en el mundo de los hombres con decencia y dignidad mientras transcurría la empresa de aplicar el método en la filosofía para construir un pensamiento con juicios sólidos.

Siguiendo la lógica del método qué como él mismo afirma “La multitud de leyes sirve a menudo como disculpa para los vicios, siendo un estado mucho mejor regido cuando hay pocas, pero muy estrictamente observadas”, la nueva moral tiene únicamente tres principios:

  • PRIMER PRINCIPIO: “Seguir las leyes y las costumbre de mi país, conservando con firme constancia la religión en la que la gracia de Dios hizo que me instruyeran desde niño” 
  • SEGUNDO PRINCIPIO: “Ser en mis acciones lo más firme y resuelto que pudiera y seguir tan constante en las más dudosas opiniones, una vez que determinado a ellas, como si fuesen segurísimas.” 
  • TERCER PRINCIPIO:  “Procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna, y alterar mis deseos antes que el orden del mundo, y generalmente acostumbrarme a creer que nada hay que esté enteramente en nuestro poder sino en nuestros propios pensamientos”.

Descartes abordará cada uno de estos principios ó máximas en la cuarta parte del libro y nos explicará como con ello su objetivo no fue volverse escéptico y dudar solo por hacerlo, sino que al contrario su meta era encontrar “una filosofía más cierta que la vulgar”. Y así emprende un viaje que duraría nueve años acompañado de las reglas del método, su moral provisional claramente estoíca y la fe católica.

Aunque muchos señalen a Descartes de ateo, la verdad es todo lo contrario, y aunque la primera regla del método inequívocamente nos conduce a dejar de lado la religión, Descartes se aferra a ella con gran fuerza.

¿A dónde lo conducirá este gran viaje?

¡SAPERÉ AUDE!

PS. ¿Quieren un post sobre el estoícismo? Deja tu comentario

viernes, 4 de febrero de 2022

A estudiar el gran libro del mundo 2 - René Descartes


El discurso del método es una obra breve, que consta de seis partes.

En la primera parte Descartes nos hace un recuento corto de su vida intelectual, como un influencer nos va narrando su vida y la va vinculando a su experiencia personal generando expectativa por lo que va a presentar, y sobre lo cual afirma:

“Mi propósito, pues, no es el de enseñar aquí el método que cada cual ha de seguir para dirigir bien su razón, sino sólo exponer el modo como he procurado conducir la mía.”

Sus motivos son bien claros, y los expone más adelante:

·         No pretende sentar una cátedra, sino compartir una experiencia personal que tal vez podría ayudar a alguien más

·         Considera que si alguien da orientaciones a otro, esto le hace mayor al otro; y es algo que él no quería, pues no pensaba de sí mismo ser superior a los demás

Sobre este último motivo podemos complementar trayendo a colación una salvedad que hace al iniciar la primera parte, y es que todas las personas poseen en la misma medida “el buen sentido”, que no es otra cosa que “la habilidad de juzgar y diferenciar lo verdadero de lo falso”.

A continuación Descartes hace un ejercicio muy bonito. Se trata de un recuento de las clases y asignaturas que estudió en el Colegio de La Flechè, iniciando por lo positivo de cada una de ellas y el propósito de cada disciplina en la vida de la persona; seguidamente enumera nuevamente cada una de las clases y nos cuenta por qué al final de cuentas haber estudiado todo eso en realidad no es que haya tenido mucho provecho.

Les propongo ese ejercicio: recordemos las clases que estudiamos  en la vida de colegio, pensemos en lo positivo y el propósito que pudieran tener para la vida, y luego consideremos si ¿valió la pena tanto estudio? Reflexionemos, ¿en la realidad práctica de la vida alcanzó algún propósito todo ese tiempo de estudio? Deja tu opinión en la caja de comentarios

¡SAPERE AUDE!

PS. El próximo post viene cargado de filosofía de alto voltaje, voy a comentar la segunda y tercera parte del libro, donde ya se aborda “el método”

jueves, 3 de febrero de 2022

A estudiar el gran libro del mundo 1 - Rene Descartes

 

El próximo 11 de febrero conmemoramos 372 años de la muerte del filósofo Francés (también era matemático y más cosas secundarias) René Descartes, un pensador que algunos llaman "el padre de la modernidad".

Nacido en una familia noble pero no tanto (baja nobleza) tuvo la fortuna de estudiar en el Collège Henri IV en la comuna Francesa de La Flèche; un colegio Jesuita donde aprendería muchas cosas, y donde se aficionaría especialmente a las matemáticas. El gusto le vendría por la certeza que brindan, es decir, no hay espacio para la duda en una práctica exacta como lo es la matemática.

 En ésta disciplina Descartes haría uno de los aportes con los que cambiaría el mundo y la forma de pensar. Es sabido que el filósofo y matemático Tales de Mileto calculó el tamaño de la pirámide de Keops en Egipto utilizando su teorema; lo más grandioso de ésta anécdota es que lo hizo sin usar un plano, porque no existía en aquella época; Descartes lo cambia todo con la invención del plano y da origen a la geometría analítica desarrollada sobre el "Plano Cartesiano".

Pero Descartes se aburriría de todo eso; ¿por qué? Porque la exactitud que hay en éstos estudios no existe en la vida real. La matemática de hecho es imaginaría, es una abstracción de la mente humana. La matemática no es una ciencia, porque no tiene un objeto de estudio;  muy a pesar de que esta última afirmación es muy posterior a Descartes, él ya lo intuía, y necesitaba un objeto que estudiar y comprender así que se alejó del mundo académico y la universidad y se marchó como él mismo lo dijo: "a estudiar el gran libro del mundo".

Se dedicó a viajar por el mundo, no al estilo de Charles Bowkoski, pero sí me lo puedo imaginar borracho en las cantinas escuchando, pensando, experimentando en el pleno sentido de la palabra pues escribiría un libro llamado "el tratado de las pasiones del alma" en el que habla de la relación que existe entre el alma y el cuerpo, un tema que le interesaría mucho a la Reina de Suecia quien en 1642 publicaría el libro.

Me atrevo de afirmar que el "giro copernicano" en las humanidades lo da Descartes, en su pensamiento el cuerpo no es la cárcel del alma, y la persona pasa a ser el equivalente al "origen de coordenadas" en la geometría analítica, es decir, el punto de partida.

Les invito a visitar el siguiente enlace y que descarguen los libros "el discurso del método" y "meditaciones metafísicas". Iniciaremos la lectura de estas breves y excelentes obras para recordar a este playboy de la filosofía.

https://infolibros.org/libros-de-rene-descartes-pdf/

https://www.elejandria.com/autor/rene-descartes/265 

¡SAPERE AUDE!

 

jueves, 19 de marzo de 2020

PANDEMIA CORONAVIRUS I, LA PLAGA DE ATENAS



Por estos días de cuarentena mundial por el Corona Virus COVID-19 he querido hacer una serie en la que hablaré de las grandes epidemias de la historia y la reacción de la filosofía durante esas grandes crisis de la humanidad.


En el año 431 AC (Antes de Cristo), la gran ciudad de Atenas fue devastada por una peste, por una gran epidemia que tuvo consecuencias nefastas. Es una historia muy interesante pero, ¿dónde estaban los grandes filósofos Griegos de aquel entonces? ¿Qué hicieron ellos por Atenas durante esta crisis?
Antes de empezar les dejo el libro “La historia de la guerra del Peloponeso” del historiador “Tucides” en este link. La parte de la epidemia se encuentra relatada en el libro segundo, específicamente a partir de la página 201.
Al día de hoy los historiadores y arqueólogos no se ponen de acuerdo en cuál fue la enfermedad que atacó la ciudad, lo único cierto es que una ciudad sobrepoblada en una difícil economía de guerra fue el caldo de cultivo perfecto para este mal que presentaba los siguientes síntomas según los describe Tucides
Primero sentían un fuerte y excesivo calor en la cabeza; los ojos se les ponían colorados e hinchados; la lengua y la garganta sanguinolentas y el aliento hediondo y difícil de salir, produciendo continuo estornudar; la voz se enronquecía y descendiendo el mal al pecho, producía gran tos, que causaba un dolor muy agudo; y cuando la materia venía a las partes del corazón, provocaba un vómito de cólera, que los médicos llamaban apocatarsis, por el cual con un dolor vehemente lanzaban por la boca humores hediondos y amargos; seguía en algunos un sollozo vano, produciéndoles un pasmo que se les pasaba pronto a unos y a otros les duraba más. Al tacto, la piel no estaba muy caliente ni tampoco lívida, sino rojiza, llena de pústulas pequeñas; por dentro sentían tan gran calor, que no podían sufrir un lienzo encima de la cama, estando desnudos y descubiertos. El mayor alivio era meterse en agua fría, de manera que muchos que no tenían guardas, se lanzaban dentro de los pozos, forzados por el calor y la sed, aunque tanto les aprovechaba beber mucho como poco. Sin reposo en sus miembros, no podían dormir, y aunque el mal se agravase no enflaquecía mucho el cuerpo, antes resistían a la dolencia, más que se puede pensar. Algunos morían de aquel gran calor, que les abrasaba las entrañas a los siete días y otros dentro de los nueve conservaban alguna fuerza y vigor. Si pasaban de este término, descendía el mal al vientre, causándoles flujo con dolor continuo, muriendo muchos de extenuación.
 Esta infección se engendraba primeramente en la cabeza y después discurría por todo el cuerpo. La vehemencia de la enfermedad se mostraba, en los que curaban, en las partes extremas del cuerpo, porque descendía hasta las partes vergonzosas y a los pies y las manos. Algunos los perdían; otros perdían los ojos, y otros, cuando les dejaba el mal, habían perdido la memoria de todas las cosas y no conocían a sus deudos ni a sí mismos. En conclusión, este mal afectaba a todas las partes del cuerpo; era más grande de lo que decirse puede y más doloroso de lo que las fuerzas humanas podían sufrir.

Aparte de lo horrible que era padecer la enfermedad, las secuelas que dejaba podrían hasta ser peores que la enfermedad misma; y lo peor no era eso. Era en extremo contagiosa, de tal forma que los médicos morían por la enfermedad, los parientes y amigos ya no querían visitar a los enfermos y con esto se empezaron a perder los valores de aquella sociedad, pues aparte de no poder ser solidarios y apoyar a los enfermos y necesitados; la mortalidad por la epidemia era tan alta que no sabían qué hacer con tantos muertos, no podían hacer los respectivos ritos funerarios, y en muchos casos sencillamente los muertos se quedaron allí, tirados en la calle y frente a los templos, agravando el problema de salubridad y la crisis moral en la ciudad.
¿Qué tiene que ver un problema de salubridad pública con la moralidad? Todo, absolutamente todo en la vida humana tiene que ver con la moralidad, y no me refiero a la religión, estoy hablando específicamente de la cuestión ETICA.

Tucides nos sigue contando qué fue lo que sucedió:
Por eso muchos morían en las cuevas echados, y donde podían, sin respeto alguno, y algunas veces los unos sobre los otros yacían en calles y plazas, revolcados y medio muertos, y en torno de las fuentes, por el deseo que tenían del agua. Los templos donde muchos habían puesto sus estancias y albergues estaban llenos de hombres muertos, porque la fuerza del mal era tanta que no sabían qué hacer. Nadie se cuidaba de religión ni de santidad, sino que eran violados y confusos los derechos de sepulturas de que antes usaban, pues cada cual sepultaba los suyos donde podía.
Algunas familias, viendo los sepulcros llenos por la multitud de los que habían muerto de su linaje, tenían que echar los cuerpos de los que morían después en sepulcros sucios y llenos de inmundicias. Algunos, viendo preparada la hoguera para quemar el cuerpo de un muerto, lanzaban dentro el cadáver de su pariente o deudo, y le ponían fuego por debajo; otros lo echaban encima del que ya ardía y se iban.
La mortalidad que trajo la epidemia superó la capacidad administrativa de la ciudad y las capacidades de los ciudadanos que no supieron cómo actual, cómo debían comportarse frente a tal adversidad perdiéndose así los valores inicialmente y como consecuencia de ese descuido las condiciones de salubridad empeoraron.

A continuación Tucides nos describe la crisis de los valores:
Además de todos estos males, fue también causa la epidemia de una mala costumbre, que después se extendió a otras muchas cosas y más grandes, porque no tenían vergüenza de hacer públicamente lo que antes hacían en secreto, por vicio y deleite. Pues habiendo entonces tan grande y súbita mudanza de fortuna, que los que morían de repente eran bienaventurados en comparación de aquellos que duraban largo tiempo en la enfermedad, los pobres que heredaban los bienes de los ricos, no pensaban sino en gastarlos pronto en pasatiempos y deleites, pareciéndoles que no podían hacer cosa mejor no teniendo esperanza de gozarlos mucho tiempo, antes temiendo perderlos enseguida y con ellos, la vida. Y no había ninguno que por respeto a la virtud, aunque la conociese y entendiese, quisiera emprender cosa buena, que exigiera cuidado o trabajo, no teniendo esperanza de vivir tanto que la pudiese ver acabada, antes todo aquello que por entonces hallaban alegre y placentero a apetito humano lo tenían y reputaban por honesto y provechoso, sin algún temor de los dioses o de las leyes, pues les parecía que era igual hacer mal o bien, atendiendo a que morían los buenos como los malos, y no esperaban vivir tanto tiempo que pudiese venir sobre ellos castigo de sus malos hechos por mano de justicia, antes esperaban el castigo mayor por la sentencia de los dioses, que ya estaba dada, de morir de aquella pestilencia. Y pues la cosa pasaba así, parecíales mejor emplear el poco tiempo que habían de vivir en pasatiempos, placeres y vicios. En esta calamidad y miseria estaban los atenienses dentro de la ciudad, y fuera de ella los enemigos lo metían todo a fuego y a sangre.

¡Qué panorama tan desalentador y trágico! Ahora sí podemos hallar la razón al preguntarnos ¿Dónde estaban los filósofos? ¿Los grandes maestros de la antigua Grecia donde se metieron en estos tiempos de crisis? ¿Dónde estaba Sócrates?



Ubicar a Sócrates cronológicamente con exactitud es una tarea titánica, pues de su biografía es muy poca la precisión histórica con la que se cuenta. Se estima que nació en el 465AC, por lo que tendría 35 años durante la época de la epidemia. Pero en aquel entonces no estaba dedicado de lleno a la filosofía, pues hay datos históricos que le ubican peleando en la guerra del Peloponeso contra los Espartanos.
Platón ubica a un Socrates muy joven, probablemente de unos 19 años debatiendo con Parmenides y Zenón de Elea en el dialogo “Parmenides”. Por lo que podemos deducir que ya conocían de Sócrates en la época de la epidemia. El retrato que hace el dramaturgo Aristofanes de él en la obra “Nubes” entre mago, charlatan y loco nos permite ser conscientes de que en aquel entonces los griegos no podían comprender de lleno la filosofía Socrática.

En ese contexto de crisis durante la primera epidemia (si, la enfermedad atacó varias veces la ciudad) y la guerra del Peloponeso, la filosofía da un giro radical al dejar de ocuparse en los problemas de la naturaleza y reconocer que el problema es el hombre (hoy diremos la humanidad, por aquello de la corrección política).
En una ciudad arrasada por la enfermedad y la guerra en la que sus ciudadanos se han entregado a los pasatiempos, placeres y vicios y le llaman a eso “bueno”; Sócrates propuso que todo eso no era sino apariencia y que detrás de esa apariencia hay un verdadero Bien, un Bien absoluto al que la humanidad debe aspirar.

En ésta época de pandemia (Corona Virus COVID-19) y de reingeniería social, ¿podríamos preguntarnos si más allá de toda esta apariencia hay un Bien Absoluto al que como ciudadanos del mundo podamos aspirar?, Un Bien Absoluto lejos de lo relativo, de lo subjetivo, de lo superficial
 ¿Cuál podría ser (si existiera, porque puede que igual y no exista) ese Bien Absoluto?

¡SAPERE AUDE!

viernes, 14 de febrero de 2020

FILOSOFIA DEL AMOR 2020

¡FELIZ DIA DE SAN VALENTIN!

Para todos los que lo celebran. Les dejo una recopilación de pensamientos y reflexiones grandes maestros de la filosofía como son: los griegos Empedoles y Platon, el moderno Emanuel Kant, y el contemporáneo Bertrand Russell.

El "amor"; esta extraña fuerza metafísica, creadora y transformadora del ser.

Siéntase libres de copiar y compartir las imágenes con sus seres amados.











 ¡SAPERE AUDE!