Este es el último post de ésta
emocionante serie “el poema ontológico”. La verdad ha sido bastante divertida
para mí escribirla, me ha puesto muchos desafíos como filósofo y como profesor,
me ha obligado a recordar muchas cosas y a replantearme la interpretación de
otras tantas, espero que de la misma manera haya sido de beneficio para todos
los que la han seguido.
Ya entrando en materia en el post anterior, Parménides finaliza el fragmento 8 con una crítica muy dura a las posturas dualistas; esta crítica ya la había hecho anteriormente al señalar a todos aquellos que hacen estos planteamientos como seres bicéfalos y desorientados por el errabundo nous tal como lo abordamos en un post en su momento.
Pues bien, Parménides se deja de
indirectas y señala directamente en el mismo fragmento 8:
“Acordaron dar forma a dos formas, para ambas
una sola no es necesario, en lo que errados están.”
¿Pero por qué seguir hablando del fragmento 8?
Porque es precisamente desde esta parte que acabo de citar que de un lado
Parménides desarrolla toda su crítica y del otro nos deja un testimonio de su
extensa cultura al escribir el resto del poema lleno de referencias culturales
de su tiempo.
Crítica desde el fragmento 9, el concepto de PHYSIS, que fue desarrollado en las
diferentes escuelas filosóficas, en las que se le atribuía el SER a la naturaleza como el agua tal
como sucedió en la Escuela de Mileto.
Aunque ellos no se referían literalmente al agua sino a las
características que se podían conceptualizar a partir de este elemento de la
naturaleza. A pesar de ello, lo que no acepta Parménides es el principio de
contrarios implica esto, además de la contracción y rarefacción porque esto
significa necesariamente la existencia de movimiento.
Ya en el fragmento 10 nos prepara para lo que
será la narración de una cosmología, fundamentada en este principio dualista de
contrarios, metafóricamente serán el sol y la luna, además de la participación
de los Dioses. En este último caso nuevamente aparece Ananké: el destino o la necesidad, de quien ya hablamos anteriormente en otro post de esta serie “el poema ontológico”.
Esta necesidad de acudir a la metáfora mítica
para dar explicación a sus sistemas es duramente criticada y ridiculizada. En
el fragmento 11 cuando dice que los astros fueron obligados a “llegar a ser”, pues el solo insinuar
esta posibilidad es algo absurdo para Parménides como ya hablamos anteriormente.
Continúa explicando que a pesar de haber separado los contrarios ya no sol y
luna, sino masculino y femenino, ahora deben mezclarse y la forma de plantearlo
es un claro ¡¿Qué sentido tiene todo esto?!
“(…) enviando a
lo masculino lo femenino para mezclarse y, a su vez, contrariamente, lo
masculino a lo femenino.”
Los fragmentos 13 al 15 aparentemente están
incompletos, y únicamente tienen afirmaciones suelas, pero que continúan con la
dinámica ya planteada.
En el fragmento 16, Parménides criticará la
postura en que la physis es el mismo nous, es decir lo que hablábamos en el
post titulado “epistemología vs doxa".
Nuevamente hay partes inconexas, tanto en este fragmento como en los siguientes,
hasta el fragmento 19, donde veremos que aparentemente Parménides continuó con
la línea de la dualidad evidenciada en lo masculino y lo femenino y cómo de su
mezcla resulta que surgen las cosas a las cuales se les da nombre, situación
que nos lleva de regreso una vez más al post anterior y nos obliga a formularnos la
siguiente pregunta: “¿las palabras son las cosas?”
Es un final muy vertiginoso para esta interesante
serie, donde me he detenido puntualmente en frases o versos, pero esta parte se
ha ido de corrido. Espero una vez más que lo hayan disfrutado, que les sea de
utilidad; nos veremos en el futuro con más filosofía.
¡SAPERE AUDE!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Si tienes algo que decir, ó quieres que hable de un tema en especial no dudes en dejar un comentario