Continuando con la serie “el poema ontológico” empezamos el
octavo fragmento.
Este fragmento es bastante largo, son seiscientas doce palabras en total
y sobre ellas los estudiosos en sus análisis afirman que en la mitad de este
fragmento Parménides pasa de hablar del camino de la verdad para empezar a
explicar el camino de la apariencia.
También reaparece en el escenario la Diosa Dike de quien ya
hablamos en el primer post de esta serie, además Parménides ahora menciona a Ananké
quien es otra Diosa del Panteón Griego, su origen tiene dos versiones, una de
ellas dice que es hija de Océano y Tetis, ambos son Titanes de naturaleza
marina; otra versión dice que ella surgió de la nada y se convirtió en un ser
sin cuerpo unida permanente a su esposo Cronos (el tiempo) y juntos formaron el
mundo; como sea en ambas versiones la Diosa se relaciona a lo que es necesario.
Esta idea de “necesario” que existe en la idiosincrasia
griega de la antigüedad se trasplantará a la filosofía y las bases del
pensamiento de occidente. Existe un afán en ellos de ver el cosmos como algo
ordenado, y para lograrlo hay cosas cuya explicación depende únicamente de este
concepto: “necesidad” porque de otra manera los sistemas no serían funcionales,
es decir, “así debe ser”.
Ya entrado en materia, al iniciar el fragmento Parménides
formula los principios del ser que son: eterno, único y no cambia.
Seguidamente Parménides da sus explicaciones acerca de estas
características que le atribuye al Ser. Iniciando con la explicación de la
eternidad, el ser no pudo tener un inicio porque eso implicaría la existencia
de algo anterior, y no tendrá un final por la misma razón, y se adelanta a la
idea de que antes del ser no existía nada afirmando:
“… No te
dejo "de lo no ente" decir ni inteligir, pues ni decible ni
inteligible es que no es.”
Y sigue la metáfora de la Diosa, argumentando que es la justicia
quien obliga a que el ser sea, desde siempre y hasta siempre; sé es ó no se es,
pero la Diosa no permite que las dos cosas coexistan.
Parménides continua la línea de argumentación afirmando que la
característica de eternidad le implica al ser único, porque si fuera múltiple
entonces sería muchas cosas al mismo tiempo y no tendría caso que así fuera. Finalmente,
esto nos lleva a concluir que el ser no cambia, y lo dice afirmando lo
siguiente:
“…Pero inmóvil en los límites de ingentes vínculos es, sin principio, sin cesación, pues génesis y ruina muy lejos fueron apartados; expulsólos la firmeza verdadera.”
A todo esto Parménides le añade el papel de la Diosa Ananke de quien
hablaba incialmente. Todo esto es así, porque es necesario que así sea, no hay
otra forma de que las cosas estén organizadas en el cosmos y aquí es donde
entra el papel del nous, a quien ya le dediqué un post especial con videoblog explicándolo.
Desde acá, la cosa se pone bastante confusa pues Parménides explica el
origen del camino que según él no debería tener nombre pues no es, lo que los
estudiosos llaman “el camino de la apariencia”. Todo comienza cuando Parménides
afirma:
“Lo mismo es el inteligir aquello y aquello por lo cual el inteligir es.”
Sin embargo, hay un problema, y es la intervención del logos, es decir
de “la palabra”. Este es un concepto griego igual de complejo al nous, al que
quizá más adelante le dedicaremos un espacio, pero es que en este momento ya
llevamos casi seiscientas palabras y este post se está poniendo muy largo, por
ahora conformémonos con lo esencial, el logos es la razón o el razonamiento
diferente del nous que es el pensamiento.
Al aparecer el logos con él llegan las palabras y los conceptos
ambiguos, confusos, cosas que no son coherentes con el camino del ser y así
continúa exponiendo:
"… Con esto termino para ti el logos fiable y el pensar en torno a la verdad. desde aquí los pareceres mortales aprende, escuchando el orden engañoso de mis palabras.
Acordaron dar forma a dos formas, para ambas una sola no es necesario, en lo que errados están.”
Resultó ser bastante tórrido este fragmento del poema ontológico, por esto definitivamente le dedicaré un post especial a profundizar el antagonismo
que según Parménides existe entre el nous y el logos.
Si tienes alguna duda o impresión acerca de este post deja tu comentario.
¡SAPERE AUDE!
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