martes, 9 de febrero de 2016

POEMA ONTOLOGICO 6








Continuando con la serie “el poema ontológico” empezamos el octavo fragmento.

Este fragmento es bastante largo, son seiscientas doce palabras en total y sobre ellas los estudiosos en sus análisis afirman que en la mitad de este fragmento Parménides pasa de hablar del camino de la verdad para empezar a explicar el camino de la apariencia.

También reaparece en el escenario la Diosa Dike de quien ya hablamos en el primer post de esta serie, además Parménides ahora menciona a Ananké quien es otra Diosa del Panteón Griego, su origen tiene dos versiones, una de ellas dice que es hija de Océano y Tetis, ambos son Titanes de naturaleza marina; otra versión dice que ella surgió de la nada y se convirtió en un ser sin cuerpo unida permanente a su esposo Cronos (el tiempo) y juntos formaron el mundo; como sea en ambas versiones la Diosa se relaciona a lo que es necesario.

Esta idea de “necesario” que existe en la idiosincrasia griega de la antigüedad se trasplantará a la filosofía y las bases del pensamiento de occidente. Existe un afán en ellos de ver el cosmos como algo ordenado, y para lograrlo hay cosas cuya explicación depende únicamente de este concepto: “necesidad” porque de otra manera los sistemas no serían funcionales, es decir, “así debe ser”.

Ya entrado en materia, al iniciar el fragmento Parménides formula los principios del ser que son: eterno, único y no cambia.

Seguidamente Parménides da sus explicaciones acerca de estas características que le atribuye al Ser. Iniciando con la explicación de la eternidad, el ser no pudo tener un inicio porque eso implicaría la existencia de algo anterior, y no tendrá un final por la misma razón, y se adelanta a la idea de que antes del ser no existía nada afirmando:

“…  No te dejo "de lo no ente" decir ni inteligir, pues ni decible ni inteligible es que no es.”


Y sigue la metáfora de la Diosa, argumentando que es la justicia quien obliga a que el ser sea, desde siempre y hasta siempre; sé es ó no se es, pero la Diosa no permite que las dos cosas coexistan.

Parménides continua la línea de argumentación afirmando que la característica de eternidad le implica al ser único, porque si fuera múltiple entonces sería muchas cosas al mismo tiempo y no tendría caso que así fuera. Finalmente, esto nos lleva a concluir que el ser no cambia, y lo dice afirmando lo siguiente:

“…Pero inmóvil en los límites de ingentes vínculos es, sin principio, sin cesación, pues génesis y ruina muy lejos fueron apartados; expulsólos la firmeza verdadera.”

A todo esto Parménides le añade el papel de la Diosa Ananke de quien hablaba incialmente. Todo esto es así, porque es necesario que así sea, no hay otra forma de que las cosas estén organizadas en el cosmos y aquí es donde entra el papel del nous, a quien ya le dediqué un post especial con videoblog explicándolo.
Desde acá, la cosa se pone bastante confusa pues Parménides explica el origen del camino que según él no debería tener nombre pues no es, lo que los estudiosos llaman “el camino de la apariencia”. Todo comienza cuando Parménides afirma:

“Lo mismo es el inteligir aquello y aquello por lo cual el inteligir es.”

Sin embargo, hay un problema, y es la intervención del logos, es decir de “la palabra”. Este es un concepto griego igual de complejo al nous, al que quizá más adelante le dedicaremos un espacio, pero es que en este momento ya llevamos casi seiscientas palabras y este post se está poniendo muy largo, por ahora conformémonos con lo esencial, el logos es la razón o el razonamiento diferente del nous que es el pensamiento.
Al aparecer el logos con él llegan las palabras y los conceptos ambiguos, confusos, cosas que no son coherentes con el camino del ser y así continúa exponiendo:

"… Con esto termino para ti el logos fiable y el pensar en torno a la verdad. desde aquí los pareceres mortales aprende, escuchando el orden engañoso de mis palabras.
Acordaron dar forma a dos formas, para ambas una sola no es necesario, en lo que errados están.”

Resultó ser bastante tórrido este fragmento del poema ontológico, por esto definitivamente le dedicaré un post especial a profundizar el antagonismo que según Parménides existe entre el nous y el logos.
Si tienes alguna duda o impresión acerca de este post deja tu comentario.
¡SAPERE AUDE!

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