A partir de hoy tendremos reseñas
de libros de filosofía en el blog. Cada libro tendrá una serie de post en los
que hablaré del contenido del libro y explicaré algunos de los conceptos que
sean más relevantes o más complicados de entender.
Para empezar, escogí un libro de
uno de los filósofos más importantes de la historia, que con su filosa retórica
y pensamiento cargado de poder logró estremecer en su época a la filosofía alemana
y mantenerse vigente hasta nuestros días.
Pueden descargar una copia para
estudio en lectura sin egoismo
La obra de Friedrich Nietzsche es
bastante compleja y aunque es posible acercarse a ella haciendo a un lado su
biografía, sin embargo, me parece considerarla relevante muy a pesar de que la
obra (filosófica, literaria, pictórica, etc.) una vez ha dejado el interior del
creador pasa a ser autónoma en el mundo exterior, por lo que debe vivir,
explicarse y justificarse a sí misma, finalmente la persona detrás de ella es
quien con sus vivencias le da el impulso y la razón de ser.
La vida de Nietzsche había dado
muchas vueltas. Para cuando escribió el crepúsculo de los ídolos según mi
manera de comprender a este filosofo se hallaba en la fase final del desarrollo
de su pensamiento y su afán era sintetizar y concretar su sistema filosófico,
es decir, el tercer Nietzsche.
El primero fue el estudiante y
profesor de filología, durante esa época escribió su primera obra maestra: el
nacimiento de la tragedia. El segundo, después de la pelea con Wagner se dedica
a preocupaciones tal vez más personales y sigue el camino de los estudios
sociales enfocados en el comportamiento del individuo y la moral. Infortunadamente
esta fertilidad intelectual de Nietzsche no fue bien recibida en las librerías,
las ventas no fueron significativas y en este periodo ya no era profesor y
habían quedado muchas deudas del tiempo que estuvo con Wagner en el teatro
Bayreuth.
Así llegar el tercer Nietzsche,
donde realizará muchos viajes por Europa. A mi forma de ver es una
peregrinación similar a la de Van Gogh que iba siguiendo el clima y las
estaciones, sin casa propia, sin un lugar donde establecerse. Un lugar para
pasar el verano, un lugar para el otoño, uno más apropiado para el invierno,
pero sobretodo un lugar para seguir creando.
Parece ser algo romántico, y tal
vez en retrospectiva lo sea, pero es algo en realidad muy duro si lo
consideramos con la suficiente empatía. Es seguir adelante con tus convicciones
y la certeza de que el camino de la filosofía es ese, lejos de la academia,
lejos de los simposios y grandes foros, lejos de las pomposas facultades de
filosofía llenas de maestros y estudiantes pávlovianos que repiten
interminablemente la misma perorata de pedanterías intelectualoídes; pero es
que la filosofía es una profesión muy dura, sin margen en el mercado laboral,
así que es permanecer firme y tratar de proyectar tu carrera mientras se
aceptan trabajos esporádicos, mal remunerados, calificados y no calificados, caminar
por la ciudad sin dinero en el bolsillo y detenerse en una feria ambulante para
ojear las canastas de libros en busca de algún tesoro perdido; y regresar a tu
lugar a escribir en tu laptop o tu cuadernos apuntes que quizá nunca verán la
luz.
Así nace el crepúsculo de los ídolos,
en ese ambiente que solo podía dar altura y vientos pesados para escribir con
poder, con artillería pesada para abrir destruir los antiguos mitos, para
derrumbar las viejas estructuras y darle paso al superhombre.
Este post estuvo más largo de lo
que esperaba, pero quería dejarles algo especial que encontré hace varios años
en youtube. Pronto tendremos un nuevo
post en el blog en el que abordaré una primera sección del libro.
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