Continuando con la serie sobre "El crespúsculo de los ídolos", en este post hablaré de los capítulos 1 y 2.
La primera parte, o el primer capítulo
del crepúsculo de los ídolos se titula “sentencias y flechas”. Un nombre
bastante provocador para iniciar un libro en verdad provocador.
Se trata de una lista de aforismos.
A lo largo de ellos Nietzsche se despacha con una píldora superconcentrada de
filosofía en contra o a favor según fuera el caso. Los temas entre otros son:
- Psicología
- Dios
- El conocimiento
- La Moral
- Filosofía, por medio de metáforas
- La Mujer
- La Voluntad
- Rusia, en contra del espíritu comunista que allí empezaba a nacer.
- Alemania.
Resalta en particular el Aforismo
8: “de la escuela de la vida. Lo que no me mata, me hace más fuerte”, que es
una frase bastante conocida hoy en día.
Junto a él también el Aforismo
33: “que poco se necesita para ser feliz, el sonido de una gaita – sin música
la vida sería un error. El alemán se imagina a Dios mismo cantando canciones.”
El cuál ha sido mutilado en la actualidad y únicamente se escucha “sin música
la vida sería un error”.
Además, el Aforismo 39. Posiblemente
se compara con Diógenes de Sinope. Recordemos que Diógenes andaba con una
linterna con la que él decía iluminaba el camino en busca de hombres de verdad.
Sócrates es un icono de la filosofía
en occidente, enaltecido por las facultades de filosofía, es el blanco indicado
para iniciar esta empresa de destruir los ídolos. No resulta sorprendente que
el segundo capítulo se llame “el problema de Sócrates”. Acá Nietzsche regresa
al escenario griego en el que en su juventud se sintió tan a gusto y donde
logró el reconocimiento de la comunidad académica.
Al igual que en el origen de la tragedia,
gracias a su tremenda forma de escribir, el escenario griego parece se siente
como una representación teatral de una obra que es el reflejo del mundo contemporáneo
para Nietzsche y para quien presencia la puesta en escena, acaso nosotros cien
años después.
El principal problema de Sócrates
es su mera existencia y todo lo que ella representa. Sócrates representa la
enfermedad moral de la decadencia, de la negación de la vida y de todos los
instintos que le son propios, y en contraposición aparece la afirmación de la
racionalidad exacerbada, al extremo de la pedantería.
En efecto Sócrates es un pedante.
Y la mayor virtud de su pedantería es vendría siendo la mayéutica, que después
su estudiante Platón convertirá en dialéctica, frente a la que Nietzsche se
despacha revelando su verdadero talante.
La Mayéutica consiste en
interrogar al interlocutor, en ir manipulando sus respuestas según Sócrates
para ayudarle a la persona a encontrar el conocimiento, pero según la ironía
socrática para hacerlo ver en ridículo. ¿Qué podríamos decir entonces de la
dialéctica?
Nietzsche no tiene que acudir a
la participación de Sócrates en el gobierno de los 30 tiranos como causa de su
pena de muerte. En realidad él se había convertido en un cáncer para el mundo
griego y la única manera de curarlo era extirpándolo, pero ya era demasiado
tarde, había hecho metástasis y se había reproducido por doquier, así que su
condena fue de mártir piadoso aunque él mismo aceptara que “vivir es estar un
poco enfermo”.