lunes, 7 de febrero de 2022

A estudiar el gran libro del mundo 3 - Rene Descartes

 


La segunda parte del discurso del método inicia de una forma muy pintoresca, con su estilo informal y anecdótico Descartes nos cuenta que en el año 1619 se encontraba pasando unas duras noches de invierno en lo que hoy es Alemania, y que no había nadie con quien charlar o beber, y tampoco había con quien irse de amores, entonces se dedicó a la reflexión filosófica.

Su  argumento central es que las cosas son mejores cuando son elaboradas por un solo pensamiento. Ejemplifica con la construcción de edificios (que en aquella época podrían tardar décadas, por lo que era usual que intervinieran diferentes arquitectos (vídeo recomendado: historia de la construcción de la catedral de Santiago de Compostela, más de 100 años de construcción https://youtu.be/S30ytqBSAP4  - Súper recomendado ese canal). Muchos intelectos, muchas manos, muchas ideas, muchos horizontes hacen que se desdibuje la unidad y la identidad del proyecto.

Cabe apuntar que Descartes escribe esto siglos antes de que existieran conceptos como “sinergia”, “trabajo colaborativo”, “pensamiento colectivo”; en todo caso, la lógica que utiliza para explicar su argumento central es muy sólida, y esa misma analogía de la construcción de los edificios, las ciudades, las leyes y hasta la religión, donde al ser elaboradas por una sola persona, aunque pudieran resultar extrañas siempre serían coherentes  y mantendrían una unidad porque este único intelecto apunta a un único fin.

Este punto de vista de Descartes me llevo a pensar que debe existir una relación directa entre la geometría analítica y el método.  Es un aspecto que abordaré más adelante.

Continuando con su analogía, Descartes aplica estas observaciones al crecimiento y desarrollo intelectual;  son muchas ciencias que no tienen certezas ni exactitud (se refiere a las ciencias naturales, a la botánica, y a otras que siguen en proceso de desarrollo, a diferencia de las disciplinas más exactas), muchos maestros a lo largo de la vida que enseñan con múltiples métodos, y todos ellos aportaron diferentes visiones, criterios y objetivos en el crecimiento intelectual.

Lo que hoy podríamos ver como una virtud, en aquel entonces para Descartes suponía un problema, porque los juicios no tienen suficiente sólidos al no haber un solo criterio de verdad, sino múltiples.

De esta manera, siguiendo con su analogía, Descartes concluye que la mejor alternativa es seguir el ejemplo de derribar los edificios, eliminar las calles, reformar las leyes haciendo lo propio con el pensamiento;  y hace la aclaración que éste es su ejercicio personal  y que lo comparte únicamente por si existiera la posibilidad de que fuera útil para alguien; y en este proceso apunta que no sirve copiar o seguir a nadie por múltiples razones, de tal forma que esto se tratará siempre de un ejercicio que ha de hacerse de manera individual.

¿Qué herramientas existen para llevar a cabo semejante empresa? Se preguntaría Descartes. Propone el estudio de la lógica y el álgebra antigua y moderna- Pero la lógica está llena de vicios y elementos que confunden el entendimiento; las otras dos tienen otros problemas, el álgebra antigua resulta ser muy agotadora para la imaginación, la segunda tiene demasiadas reglas que no ayudan a descubrir cosas nuevas y en todo caso ambas se tratan de cosas demasiado abstractas.  Es decir, nada de esto sirve.

Un problema sin aparente solución, pero Descartes se saca de la manga la respuesta. Las cuatro reglas para conducir los pensamientos que no son otra cosa que “el método”:

  • PRIMERA REGLA: “No aceptar como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es” 
  • SEGUNDA REGLA:  “Dividir cada una de las dificultades que examinare en cuantas partes sea posible y en cuantas requiriese su mejor solución” 
  • TERCERA REGLA: “Conducir ordenadamente los pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos” 
  • CUARTA REGLA: “Hacer unos recuentos tan integrales, y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada”.

Descartes continuará narrándonos su experiencia sobre el uso de estas reglas, y como eso lo llevo a crear la geometría analítica y en consecuencia inventar el plano cartesiano. Pero una cosa es utilizar el método con las matemáticas y otra aplicarlo en otros campos, en otras ciencias; así que Descartes decide iniciar con la filosofía, y en coherencia lo primero era no aceptar nada como verdadero hasta no tener la certeza.  Suma éste planteamiento al “solo sé que no sé nada” y tendrás una bomba para el pensamiento.

La solución es despojarse de todos los prejuicios. ¿Descartes se convirtió en el primer hombre deconstruído? Posiblemente. Fue una tarea que le llevo muchos años (según él mismo narra, nueve años)

Los prejuicios vienen por las costumbres, y las costumbres son cimentadas en la moral, en conclusión así como se necesitó un método nuevo, se necesita de una moral nueva capaz de liberar el alma de las ataduras que los vicios del pensamiento suponen, una moral provisional que le permitiera seguir viviendo en el mundo de los hombres con decencia y dignidad mientras transcurría la empresa de aplicar el método en la filosofía para construir un pensamiento con juicios sólidos.

Siguiendo la lógica del método qué como él mismo afirma “La multitud de leyes sirve a menudo como disculpa para los vicios, siendo un estado mucho mejor regido cuando hay pocas, pero muy estrictamente observadas”, la nueva moral tiene únicamente tres principios:

  • PRIMER PRINCIPIO: “Seguir las leyes y las costumbre de mi país, conservando con firme constancia la religión en la que la gracia de Dios hizo que me instruyeran desde niño” 
  • SEGUNDO PRINCIPIO: “Ser en mis acciones lo más firme y resuelto que pudiera y seguir tan constante en las más dudosas opiniones, una vez que determinado a ellas, como si fuesen segurísimas.” 
  • TERCER PRINCIPIO:  “Procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna, y alterar mis deseos antes que el orden del mundo, y generalmente acostumbrarme a creer que nada hay que esté enteramente en nuestro poder sino en nuestros propios pensamientos”.

Descartes abordará cada uno de estos principios ó máximas en la cuarta parte del libro y nos explicará como con ello su objetivo no fue volverse escéptico y dudar solo por hacerlo, sino que al contrario su meta era encontrar “una filosofía más cierta que la vulgar”. Y así emprende un viaje que duraría nueve años acompañado de las reglas del método, su moral provisional claramente estoíca y la fe católica.

Aunque muchos señalen a Descartes de ateo, la verdad es todo lo contrario, y aunque la primera regla del método inequívocamente nos conduce a dejar de lado la religión, Descartes se aferra a ella con gran fuerza.

¿A dónde lo conducirá este gran viaje?

¡SAPERÉ AUDE!

PS. ¿Quieren un post sobre el estoícismo? Deja tu comentario

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